Los gitanos en España di Giorgia Deorsola, Geppina Mautone, Teresa Visce (deomauvis@gmail.com)

El mito de la Carmen

 

La “Carmen” de Prospèr Mérimée

Otra gitana famosa es la protagonista de Carmen, una novela escrita por Prospèr Mérimée [F1] [F2] en 1845. En este caso el autor nos propone Carmen, una gitana sensual, inconstante, voluble y libre. El texto de Mérimée no trata muy amablemente a las mujeres en general y menos al personaje de Carmen, a quien describe como bruja, ladrona y prostituta. Dedica grandes párrafos a describir su exótica belleza, razón más que suficiente para embrujar completamente a cualquier hombre y explicación lógica de la completa pérdida del juicio sufrida por Don José. La temática del texto se basa fundamentalmente en la violencia y en el erotismo; surge así otro tópico relacionado con la cultura gitana: el de la vida en libertad, sin ataduras y convenciones que a menudo se convierte en crimen y vida al margen de la sociedad. Carmen es el emblema de una mujer atractiva y seductora, cuya pasión llevará a un final trágico. Escrita en primera persona, habla de la supuesta confesión que un ex soldado condenado a muerte, hizo a Mérimée en la víspera de su ejecución. Surge así el mito de Carmen y de los bandoleros generosos, los toreros valientes y el exotismo orientalizante: una imagen construida por ojos extranjeros que aún perdura hoy en día. Como es sabido, el romanticismo, sobre todo en los franceses, hizo atractivo el viaje a España. A comienzos del siglo XIX, surge la nueva tipología del viajero romántico. Se hace necesaria la invención de una serie de paraísos perdidos en donde situar la imaginación y estos paisajes se desplazan a la Península y, más concretamente, a Andalucía. Se privilegian nuevos motivos, los contrastes culturales, lo agreste, lo insólito, la diversidad del paisaje, el mestizaje, el medievalismo, el orientalismo. La imagen de España se renueva, pero para caer nuevamente en el letargo del tópico y del lugar común.

El argumento - El sargento Don José conoce a una hermosa gitana a la hora de llevarla a la cárcel, debido a una pelea con una compañera de trabajo; en el intento de dejarla escapar se le descubren y, degradado, se le condena a un mes de cárcel. Al cumplir la condena Don José, después de muchos acontecimientos, acepta vivir en el crimen y se vuelve contrabandista para estar cerca de Carmen. Pero Carmen se harta muy pronto de esta unión, empieza a tratarle con desdén y acaba enamorándose de otro hombre, el picador Lucas. Don José no se resigna y acaba matándola.

El personaje de Carmen se ha transformado en un mito, un mito español en la literatura francesa, y ha llegado a alcanzar tanta fama, más que ningún personaje de la literatura mundial, a excepción de Don Quijote.

Carmen toma un significado universal, ya que reúne en ella todos los atributos simbólicos de la feminidad imaginada por occidente: peligrosa, seductora y, al mismo tiempo, símbolo de libertad.

 

La Carmen de Georges Bizet

Carmen ha sido representada en la danza, el cine y el teatro y debe su fama a la ópera, que se estrenó el 3 de marzo de 1875 (y que resultó un moderado fracaso), compuesta por el maestro francés Georges Bizet [E1] [I2] [I3]. La ópera estaba basada en la novela homónima de Merimée, que reproducía los tópicos de la mujer andaluza y que Bizet, sin saberlo, se encargó de inmortalizar.

Carmen representa uno de los mitos femeninos más exportados y exportables de la historia. La gitana cigarrera de voluptuosa belleza, que hacía enloquecer de amor a los hombres, es uno de los grandes mitos de la ciudad de Sevilla.

Se supone que al principio la idea era la de componer una obra de corte humorístico. Sin embargo, desde el momento mismo de la elección de la fuente literaria, el intento humorístico fracasó y la ópera pasó rápidamente al ámbito del drama lírico. Hay algunas diferencias notables entre la novela y el drama, como el hecho de que Gaucin y su entorno desaparecen en la ópera de Bizet, verdadero introductor del mito, y en los múltiples autores que posteriormente adaptaron el drama al cine, a la danza o al teatro. El mito de Carmen, su drama, se entiende sin embargo sólo en el paisaje de Gaucín, en su serranía, paisaje elegido por Mérimée, y que Bizet transformó situándolo en Sevilla. Gaucín, como todos los pueblos originalmente islámicos, se caracteriza por sus calles tortuosas y estrechas difícilmente transitables salvo para peatones y caballerías, que dan a plazuelas de forma irregular. Se advierte la impronta de arte árabe, el mudéjar y el mozárabe. Existen en la Serranía zonas y barrios que albergan sobre todo a moriscos o judíos, que datan de la edad media. Las casas con sus huertos, corrales y jardines, casi sin contacto con el exterior, con sus patios y pequeños jardines o corrales interiores, escasos y minúsculos huecos al exterior. Andalucía con sus perezosos campos, sus olivos cenicientos y sendas rojizas. Todo esto se configura como escenario único a los fines de los contrabandistas y bandoleros y sobre este marco humano y geográfico, Mérirmée inscribe su inmortal obra.

En la novela de Mérirmée el relato final no abandona los escenarios montañosos y Bizet lo encaja en Sevilla; de hecho en la ópera, Carmen hace desertar a D. José con el señuelo de «cuando veas/ qué hermosa es la vida errante/ el universo por país, tu voluntad por ley, / y sobre todo ¡la embriaguez/ de la libertad! ¡La libertad!», con lo que cae el telón del Acto Segundo, para dar paso al Tercero, cuya escena se describe en el libreto con estas sugerentes palabras: «El telón se levanta sobre una peñas... lugar pintoresco y salvaje...». Es todo. La obra vuelve a Sevilla y el último acto discurre en la plaza de toros, donde Carmen encuentra la muerte.

Pese a ello, ha de afirmarse que Carmen no es una mujer urbana, aunque el inicio de su historia esté unido a su condición de mujer obrera, cigarrera de Sevilla. Carmen es, sobre todo, una mujer de pueblo y sus supersticiones de mujer peligrosa, a la vez tierna y apasionada, van anudadas a los terrenos serranos. Aunque es verdad que su dimensión universal va más allá del tiempo y del espacio, lo que le haría encajar en cualquier geografía del Sur de España, sus caprichos amorosos, sus volubles arrebatos, la encuadran perfectamente en el agreste y bravo escenario de Gaucín y su Serranía.

Para terminar hay que añadir que en 1845 la novela se publicó en la «Revue de deus Mondes», sin el capítulo IV, sobre los gitanos; dos años después ya apareció como novela independiente con los cuatro capítulos. Esta estructura desaparece en la ópera de Bizet. En 1875 se estrenó la ópera (cantado y hablado), adaptación de la novela, lo que contribuyó a su éxito. Después de cuarenta representaciones se adaptó todo el libreto al canto, o sea, a la ópera, en la que las muertes se reducen a una, la de Carmen. En España se conoció antes la ópera (en 1881 se estrena en Barcelona y en 1889 en Madrid), pues, la novela se tradujo en 1891, aunque hay más de treinta ediciones. Hay versiones de zarzuela, de música de cámara; en la poesía tuvo resonancia hasta García Lorca, pasando por los Machado; tuvo reflejos en la narrativa, teatro, danza, y en las expresiones plásticas, de Manet a Picasso, sin dejar de citar las más de cincuenta versiones de Carmen para el cine.

La Carmen en el cine

En la historia del cine son muchas las películas que se inspiraron en el mito de Carmen.

Ya durante la época del cine mudo se realizaron más de diez versiones cinematográficas centradas en el personaje de la gitana. En 1915 destacan la versión de Raoul Walsh, con Theda Bara y la de Cecil B. De Mille: ambas titulaban simplemente Carmen.

En 1918 Charlie Chaplin rodó e interpretó su propia Carmen, una parodia con un final feliz de las películas de Walsh y de De Mille. Pasando por el director Ernst Lubistch, que realizó Sangre gitana en 1918, se llegó a un cambio de rumbo en el que la música empezó a desempeñar un papel muy importante: se trató de una coproducción hispano-alemana dirigida por Florian Rey titulada Carmen de Triana, en la que la bella gitana fue representada por una célebre bailaora y cantaora del tiempo, Imperio Argentina.

En 1983, la eterna historia de amor y muerte de Carmen despertó también el interés de Carlos Saura, uno de los directores más emblemáticos del cine español. En la película  Saura supo crear una arquitectura muy refinada y genial en la que se combinan dos planes diferentes el de la realidad y el de la ficción: el director español inserta la trágica historia de la cigarrera Carmen y de Don José dentro de la preparación de un espectáculo de Flamenco. Dos “Carmen” se enfrentan en la historia de Saura, la protagonista de la película y la protagonista de la ópera de Bizet; sus vidas se confunden y sus destinos se entrelazan en un hábil juego de analogías.

La Carmen de Saura es una bailaora guapa, joven, sensual pero todavía inmadura en el arte del baile flamenco. Su vida se cruza con la del protagonista masculino Antonio, un bailaor y coreógrafo renombrado, que busca desesperadamente a una bailaora, digna de representar a la Carmen en su espectáculo de Flamenco (inspirado por la ópera de Bizet), una mujer que tenga sus ojos y su carisma.

Un día, durante su búsqueda, Carmen le llama la atención y Antonio se da cuenta de que, no sólo ha encontrado la Carmen para su representación, sino que también se está enamorando de ella.

Durante la preparación del espectáculo nace, entre los dos, una gran pasión que para Antonio se convierte en amor absoluto. Carmen parece corresponder el amor de Antonio, pero, al mismo tiempo esconde un secreto: tiene un marido qué está a punto de salir de la cárcel. Al aparecer del marido, Antonio se pone celoso, pero sigue teniendo confianza en Carmen.

Al pasar el tiempo Carmen empieza a revelar su verdadera naturaleza: además de ser muy sensual y atractiva, es muy inconstante, caprichosa y se divierte en ligar con otros hombres. Ya no quiere estar con Antonio, quiere ser libre de disfrutar de su juventud y de aprovechar los placeres sensuales de la vida; así acaba traicionándolo.

La protagonista de la película se confunde con el personaje que interpreta y muy a menudo el espectador no logra distinguir los dos planes. Lo genial de Saura reside en representar un drama dentro de otro drama, crear la tensión dramática dejando la duda sobre el hecho de que la tragedia que se está consumando se refiere a Carmen y Antonio o a la historia que están representando.

En un clímax de emociones se llega a la tragedia: después de un enésimo rechazo, enfurecido de celos, Antonio mata a Carmen.

A confundir aún más el espectador es la escena que cierra el filme (Antonio mata a Carmen) que coincide con  la escena de los ensayos del último acto del espectáculo (Carmen rechaza a Don José para quedarse con el torero Escamillo).

El deseo aniquilador y la pasión devoradora conducen a los protagonistas a la destrucción. La fuerza de los sentimientos crea una espiral que se va cerrando hasta el drama final.

En esta Carmen se ha incorporado la danza y la música española como forma de expresión viva, paralelamente a la música de la Opera, sumergiendo al espectador en este personaje mítico que lo conduce a través de los celos y la tragedia.

Los intérpretes de la película son el excelente bailaor y coreógrafo Antonio Gades, Maria Del Sol y entre los personajes figura también el tocaor Paco de Lucia, que supo adaptar con gran habilidad la música de Bizet a los ritmos flamencos. 

        

   15/17   

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Edurete.org Roberto Trinchero